domingo, 17 de abril de 2016

radiografía I

Cazador: 
Sé que tus intenciones son buenas. Sólo querías que se pusiera mejor pronto. No todo el mundo entiende las cabezas de ciervo como muestras de afecto.

Gloria: 
Alguien cometió el error de desear que nacieras niña. Pienso en ti cuando aprieto la mandíbula.

Mauve: 
Es fácil acostumbrarse a ser una metáfora. Las metáforas no tienen que afrontar consecuencias legales por incendiar el mobiliario escolar.

Sal:
Tu brutal determinación no es más que brutalidad a ojos de la gente que te quiere.

Pedro:
¿Recuerdas cuando tu padre te llamó chapero y te dio una paliza? ¿Recuerdas que te marchaste? ¿Recuerdas que yo te quería?

Adrián:
Siento lo de tu novia muerta. Siento haberme cansado de ser su fantasma.

Sur:
Te amé tanto como a la sangre en mis manos. Espero que sigas siendo un fetichista cuando volvamos a vernos.

Martín:
Siempre serás el héroe. Por eso te perdonamos lo de ser un cabrón enfermizo.

Dani: 
Sé que has transformado tu tristeza en arte marcial, pero haz el favor de comer de vez en cuando.

Dalia:
Nunca vas en serio cuando nos dices que desaparezcamos, pero lo hacemos igualmente.

Mingo:
¿Cuatro años hace ya? Te buscamos en el barranco. Probablemente nos mirabas tras aquella piedra.

Diana:
Siempre has sabido ganarte lealtades antes de jugar con ellas.

Jonathan:
Tu oscura y remota sabiduría hace que me cague de miedo, pero al menos la acompañas con sentido del humor.

Mercedes:
Tu amor frío retumba en el bar como truenos sin lluvia, y cuando afirmas creer en Dios parece que lo hagas por tocarle las narices.

Perrault:
Ningún barco vendrá a buscarte pero si quieres puedo abandonar tu cuerpo en alta mar.

Bárbara:
Cuando te digan que el odio te ha desfigurado, sonríe. Trénzate flores en el pelo. Hazles un corte de mangas.

Libra:
Te has coronado por tu cuenta y te has pronunciado deidad con la actitud estoica del que firma una transacción comercial. A los poderes arcanos no les ha hecho mucha gracia.

Iago:
¿Te aburres tanto? Puede que hayas engañado a los demás, pero tarde o temprano tu reflejo te ordenará algo que no te atreverás a hacer.

García:
Bueno, no me mires así; la buena noticia es que podrías haber sido peor. La mala es que lo intentaste.

Hagen:
Naciste para hacer grandes cosas, aunque nadie tuviera nunca ninguna expectativa al respecto. Aunque yo ya no tenga esperanzas.

Rush:

Puedes jugar al verdugo cuanto te plazca, siempre que no olvides volver cuando termine el verano y entregar tu cabeza a las hadas.

miércoles, 17 de junio de 2015

retro-Lamia

Esa mañana despiertas agitada y le espetas al fantasma de Ava Carlevaro:

Quiero que te marches.

Cuántas noches la invocabas tal y como la encontraste en aquella dorada orilla, envuelta en sedas y la sangre de Adrián en la boca como si del Paraíso mismo se tratara. Pero eso creías, verdad, que se trataba del Paraíso cuando dormía en las escaleras traseras. Cuando extendía toda su geografía a merced de tu profanación. Su peso se remueve en el colchón y te respira en el hombro.
Huyendo de su aliento te incorporas. Te apartas el pelo de un manotazo y alcanzas la caja de tabaco. Ava odiaba que fumases en la cama, así que te enciendes el cigarrillo con alevosía. Te restriegas los párpados y ruedas la mirada por la habitación. Te preguntas vagamente cuándo entró, cuándo decidió meterse en tu cama.

—Ésta todavía es mi casa. También.
El pelo le huele a gasolina, pero hace tiempo que sabes que no es el Paraíso. El hombro que su nariz rozó está helado.

No me recuerdo sin ti admites sin movérsete los labios y contigo me doy asco.

El olor te revuelve las tripas. El fantasma de Ava Carlevaro se pone en pie (pesa menos que una fruta de aire) y desaparece. Ya no te necesita. Te recuestas indiferente, mareando el pitillo sobre tu cara.

¿No te recuerdas ahora? musita una voz peligrosamente parecida a Bárbara Niña, siempre serás la misma.

Mientras te levantas quejumbrosamente, te echas una lóbrega bata de algodón sobre los huesos y recoges su antifaz del piso del pasillo, tu hombro sigue gélido. El mechón sigue en tu cara, la bata en tu armario y el cigarrillo en su caja, intacto.

—Mierda.

Siempre serás la misma, fantasma de Dolores Betancor.